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INTRODUCCIÓN
Efesios 4 nos habla de la conducta terrenal de la Iglesia, y como debemos conducirnos en el tiempo de peregrinación.
La unidad del Espíritu
4 Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, 2 con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, 3 solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; 4 un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; 5 un Señor, una fe, un bautismo, 6 un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos. 7 Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. 8 Por lo cual dice:
Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad,
Y dio dones a los hombres.
Pablo nos muestra como debemos relacionarnos los unos con los otros. Menciona la HUMILDAD Y LA MANSEDUMBRE y la intencionalidad de guardar la unidad promovida por la paz.
En Colosenses 3: 12 Y 13 dice: Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.
-El ser humilde y paciente fomenta no sólo la unidad, sino la paz, y la buena voluntad.
-El ser humilde nos permite reconocer nuestra condición y rendirle nuestra vida de manera completa a Dios.
-El ser humilde nos permite disfrutar de su gracia inmerecida y de su misericordia que renueva cada mañana.